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Centro de Capacitación y Formación Profesional

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11 de febrero. Día internacional de la mujer y la niña en la ciencia

La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró este día en reconocimiento al papel clave que desempeñan las mujeres en la comunidad científica. es una oportunidad para promover el acceso y la participación plena y en igualdad de condiciones de las mujeres y las niñas en la ciencia.

En cifras, las mujeres representan el 45% de las investigadoras en América Latina y el Caribe, en comparación con el 28% a nivel mundial. En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, celebramos a cinco de las científicas argentinas más destacadas en el campo de la ciencia y la investigación.

Cinco científicas argentinas destacadas a nivel mundial

Andrea Gamarnik, viróloga

Andrea Gamarnik ha realizado importantes avances sobre la biología molecular de los virus de dengue y zika y lideró el desarrollo de los primeros test serológicos argentinos para el covid-19, según el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina. Gamarnik estudió bioquímica en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Tiene un doctorado en virología por la Universidad de California en San Francisco, donde estudió los mecanismos moleculares de replicación del virus de la poliomielitis. También participo en el desarrollo de ensayos fenotípicos para los virus VIH, y hepatitis B y C (2000-2001) en California.

Bibiana Vilá, bióloga: conservación y educación ambiental

Recién se graduó en Ciencias Biológicas de la UBA cuando empezó a estudiar las vicuñas del norte de Argentina, donde se fascinó por las culturas locales. Ya como investigadora del CONICET, Bibiana Vilá investigó la biología de la reproducción de esta especie de la familia de los camélidos que vive en el altiplano andino. Su trabajo ha sido reconocido tanto en Argentina como a nivel internacional. En 2014, la bióloga ganó el Premio Midori, otorgado por la Convención de Diversidad Biológica de Naciones Unidas y la Fundación AEON de Japón, que trabaja a nivel mundial en temas relacionados con la prevención del calentamiento global y la conservación de la biodiversidad.

Karen Hallberg, física

Karen nació en Rosario, Santa Fe, pero creció en Jujuy. Estudió en el Instituto Balseiro donde se recibió como Licenciada en Física y Doctora en Física. Fue reconocida con el premio internacional L’Oréal-Unesco por las Mujeres en la Ciencia en 2019 por el desarrollo de técnicas computacionales para entender la física de la materia cuántica, Su trabajo consiste en investigar las propiedades cuánticas de la materia. Hallberg es investigadora principal del Conicet en el grupo de Teoría de la Materia Condensada en el Centro Atómico Bariloche. También ha sido invitada a más de 50 congresos científicos internacionales.

Gloria Dubner, astrofísica

Gloria Dubner es un referente en el estudio de supernovas. Por su contribución a la astronomía y su trabajo a favor de científicas mujeres, el asteroide 9515-1975 RA2 lleva su nombre. Dubner estudió Física en la UBA y tiene un doctorado en Física también por la Universidad Nacional de La Plata. Es investigadora de Conicet y forma parte de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Argentina que en 2016 le entregó el Premio Consagración en Astronomía. En la década de los 80, la astrofísica confundó la Asociación Latinoamericana de Mujeres Astrónomas, que abogaba por el reconocimiento de la licencia por maternidad de las becarias.

 Sandra Díaz, bióloga

Sandra Díaz formó parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2007. Es además, la única científica argentina que integra la Academia de Ciencias de Francia. Su especialidad es el estudio del impacto del cambio climático global sobre la biodiversidad regional de los ecosistemas vegetales, según la Academia Nacional de Ciencias de Argentina. De acuerdo con la publicación, la bióloga argentina desafió lo que alguna vez fue uno de los principios centrales de la ecología del siglo XX. “La idea de que los ecosistemas y sus beneficios para los humanos, como los alimentos o la regulación del clima, dependen en gran medida de tener un gran número de especies”.

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